viernes, 11 de mayo de 2012

AS Rubén Jiménez | 10/05/2012 El Atlético amaneció en Bucarest y vio anochecer en el punto más emblemático para su afición, la fuente de Neptuno, punto de celebración de los éxitos colchonero y testigo de tantas noches de gloria como la de hoy. Después de la victoria de ayer en Rumanía y la posterior celebración en el césped y en el hotel, los jugadores pusieron rumbo a Madrid, donde aterrizaron al mediodía, para después disfrutar de una comida de confraternización ya en suelo español. Pero todo eso era nada más que el anticipo de la gran fiesta, que empezó a las 17:00 con un autobús descapotable que salió desde el Vicente Calderón, arropado ya de numerosos seguidores. Con la zamarra rojiblanca puesta, banderas y bufandas al cuello, la plantilla y el cuerpo técnico se subía al vehículo para comenzar con la ruta de visitas obligadas antes de reunirse en la plaza de Neptuno con sus aficionados. La primera parada, la Catedral de La Almudena, donde fueron recibidos por el obispo para realizar un pequeño acto en el que ofrecieron el trofeo a la patrona de Madrid. Allí, uno de los capitanes y a la postre, uno de los jugadores más aclamados por el público, Luis Amaranto Perea, comentaba: "Al principio de año parecía imposible, pero a medida que pasaban los meses todo parecía más lógico y por suerte hoy podemos celebrar". Una vez cumplido el compromiso religioso, la comitiva atlética se puso de nuevo en marcha, rumbo a la Plaza de la Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid para rendir visita a la alcaldesa, Ana Botella, que acabó botando con el resto de la plantilla con la camiseta rojiblanca puesta, obsequio del presidente Enrique Cerezo. "La celebración no debe quedar empañada por la violencia de unos pocos", dijo Botella, refiriéndose a los incidentes de la pasada madrugada en la que la policía cargó contra los aficionados colchoneros que se intentaban acercar a la fuente de Neptuno para celebrar el título europeo de su equipo. No eran aún las 19:00 cuando miles de atléticos escoltaban ya al autobús por las calles de Madrid. Impresionante fue la imagen aérea de Sol, donde los aficionados invadían las inmediaciones de la sede de la Comunidad, siguiente parada de la rúa atlética. El jugador más aclamado fue Falcao, aunque su técnico, el Cholo Simeone, se convirtió en el gran protagonista de la celebración. Aclamado por sus seguidores, se mostraba eufórico cuando salió al balcón de la Comunidad para presentar la Europa League a su afición, la que le corea desde que llegó al Atlético como jugador y la que le adora ahora que es entrenador de la primera plantilla. Pero toda la emoción vivida hasta entonces no fue nada comparada con la explosión de éxtasis que provocó la llegada, por fin, a Neptuno. Decenas de miles de atléticos, de todas las edades, todos con identificativos rojiblancos y entonando el "Yo me voy al Manzanares...", que llevaban horas esperando para poder ver a sus héroes. Eran las 20:00, el Sol empezaba a decaer y la fiesta no había hecho más que comenzar. Con Carlos Jean de animador, los jugadores fueron uno a uno subiendo a una plataforma preparada para la ocasión. De nuevo, un eufórico Simeone, exaltado por reencontrarse con Neptuno, fue el más aclamado por una afición entregada. Su ayudante, el Mono Burgos, fue otro de los que más ánimos se llevo de la afición. Antonio López, el capitán, que se marchará del Atlético este verano, ejerció de maestro de ceremonias y presentó al público, al más puro estilo Pepe Reina, a todos y cada uno de sus compañeros. Se vitoreó a Falcao, se pidió Selección para Adrián y se coreó el nombre de todos los héores de Bucarest. Una vez terminado el show, ascendió por la pasarela que le llevaba hasta la cabeza de Neptuno y le coronó con una bufanda y una bandera del Atlético, que lucirá durante las próximas horas en la plaza para recordar que el Atlético es campeón de Europa y que Madrid, hoy, es rojiblanca.